La batalla por los precios de la gasolina en México se libra en la frontera

 

Fue un segundo. Una chispa brotó de la nada y en instantes una estación de gasolina en Ciudad Juárez (norte de México) estaba cubierta en llamas. La noche del lunes 24 de octubre un hombre llegó con un camión a la gasolinera de la avenida Ejército Nacional y pidió a los dependientes que llenaran 14 contenedores con 1.000 litros cada uno. Mientras el combustible se vaciaba, la explosión cimbró a la ciudad. Los vecinos confundieron la detonación del combustible con una bomba. A las 21.40, los jugadores del casino contiguo a la estación de gasolina pensaron en lo peor y salieron corriendo de allí. No se trataba del narco, aunque sí de un negocio que tampoco es legal.

El tráfico de combustible en las ciudades mexicanas fronterizas con Estados Unidos se ha vuelto cosa de todos los días y el detalle está en la misma legislación. El Gobierno mexicano regula el precio de las gasolinas en todo el país pero desde la aprobación de la reforma energética, en diciembre de 2013, decidió que todas las estaciones a 45 kilómetros de la frontera vendieran el hidrocarburo a un menor precio. La medida busca evitar que los mexicanos crucen a Estados Unidos para comprar gasolina, donde los precios son más bajos. Esto ha provocado que los habitantes de ciudades más lejanas viajen a las urbes fronterizas y que algunos organicen un negocio paralelo de distribución de combustibles.

La diferencia de los precios de los combustibles entre la frontera y el resto del país es del 25%

El hombre que quiso comprar 14.000 litros de gasolina en Ciudad Juárez viajó desde Casas Grandes (Estado de Chihuahua), una región rural a 280 kilómetros de distancia conocida por su población menonita. Huyó sin dejar más rastro que la estación hecha pedazos y un fuego que ardió por más de dos horas. Si su compra hubiera sido exitosa, habría pagado 147.560 pesos (7.850 dólares) cuando la misma cantidad de gasolina en el resto de México tiene un valor de 195.720 pesos (10.400 dólares). La diferencia de los precios de los combustibles entre la frontera y el resto del país es del 25%. El litro de gasolina en la línea fronteriza es de 10,54 pesos (0,56 dólares), cuando en cualquier otra ciudad es de 13,98 pesos (0,74 dólares).

Los dependientes de la estación —concesionada por Petróleos Mexicanos, el único distribuidor de gasolinas en México — podrían enfrentar entre 15 y 25 años de prisión por vender el combustible al mayoreo sin permiso y en condiciones peligrosas. La petrolera estatal prohíbe que sus hidrocarburos sean transportados en envases de vidrio, plástico, hule o que estén expuestos a la intemperie. A pesar de esto, cientos de comunidades rurales, a las que es difícil acceder, se organizan para transportar gasolina desde los centros urbanos.

Las gasolinas serán liberadas, parcialmente, a partir del 1 de enero de 2017. La Comisión Reguladora de Energía (CRE) hará una selección de las zonas de México que podrán dejar que los precios floten en función de la oferta y la demanda. Se prevé que los precios bajen en estas áreas. La franja fronteriza ya no será la única que ofrezca hidrocarburos baratos, así que los mexicanos comenzarán la caza por el mejor precio, bajo su propio riesgo.

Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2016/10/27/actualidad/1477601588_883685.html

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